martes, 22 de octubre de 2013

En las manos de María

Año XLV, número 42 - Ciudad del Vaticano
18 de octubre de 2013



En la plaza de San Pedro el Pontífice renueva el acto de consagración a la Virgen de Fátima

Es María la maestra de fe para cada cristiano. Profundamente convencido de la necesidad de recurrir a la Virgen en cada momento de la vida, el Santo Padre presidió el sábado 12 y el domingo 13 de octubre en la plaza de San Pedro una doble cita de oración en presencia de la imagen original de la Virgen de Fátima, llegada desde el santuario portugués.
La ocasión fue la jornada mariana organizada por el Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización en este Año de la fe. En presencia de una gran multitud de fieles, el Pontífice realizó el acto de consagración de la humanidad a la Virgen, pidiéndole en particular que enseñe a los hombres su «mismo amor de predilección por los pequeños y los pobres, por los excluidos y los que sufren, por los pecadores y los extraviados de corazón». El solemne acto tuvo lugar al término de la misa celebrada en el atrio de la basílica vaticana el domingo por la mañana, el mismo día de la última
aparición mariana a los tres pastorcillos.
En la tarde precedente, el Papa Francisco había presidido un festivo encuentro de oración durante el cual, a través de la meditación de la «Via Matris», se recorrieron las siete etapas dolorosas de la vida de la Virgen: desde la profecía de Simeón a la deposición del cuerpo de Jesús en el sepulcro el sábado santo.
Al final, el Pontífice pronunció la catequesis con una triple reflexión sobre la fe de María. Sucesivamente la venerada imagen de Fátima fue llevada al santuario romano del Divino Amor, donde se celebró una vigilia nocturna. A los participantes el Papa envió un videomensaje.

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martes, 8 de octubre de 2013

Cada tierra extranjera es patria

Año XLV, número 39 - 27 de septiembre de 2013



«Emigrantes y refugiados no son peones sobre el tablero de la humanidad », sino personas concretas: niños, mujeres y hombres que sufren violencias, discriminación y marginación.
Por ellos el Papa Francisco lanza un nuevo y fuerte llamamiento, pidiendo mayor cooperación internacional y deseando un cambio de mentalidad partiendo de la convicción de que «cada tierra extranjera es patria». En el mensaje, publicado esta semana, para la próxima Jornada mundial del emigrante y del refugiado, que se celebrará el 19 de enero de 2014, el Pontífice vuelve a denunciar «el tráfico de la explotación, el dolor y la muerte» —en particular la «trata de personas» y el «trabajo esclavo»— subrayando la relación estrecha entre los desplazamientos migratorios y «el escándalo de la pobreza en sus diversas dimensiones ».
De aquí la invitación a afrontar el fenómeno «de un modo nuevo, equitativo y eficaz», a partir de una colaboración más cercana y una actitud de recíproca ayuda entre los Estados. Según el Papa debe favorecerse también una «cultura del encuentro» que ayude a superar miedos y desconfianzas, y a vencer los prejuicios respecto a los emigrantes.

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miércoles, 2 de octubre de 2013

Con el apoyo de la misericordia

Año XLV, número 38 (2.332) - 20 de septiembre de 2013
El Obispo de Roma dialoga con sus sacerdotes en la basílica de San Juan de Letrán

La mirada misericordiosa de Jesús sostiene al sacerdote en la fatiga cotidiana de su misión. Así es, desde hace sesenta años, para Jorge Mario Bergoglio. Obispo de Roma desde hace seis meses, en la mañana del 16 de septiembre dio un paso decisivo para entrar en el corazón de su diócesis.
En la basílica de San Juan de Letrán, catedral de Roma, el Papa Francisco dialogó largamente con su clero.
«Me siento sacerdote», confió. Y recorriendo también sus experiencias personales en Buenos Aires, reveló que jamás había tenido la tentación de sentirse más importante desde que es Papa. Al clero romano le pidió en particular que rezara por él.
Sobre todo el 21 de septiembre, fiesta de san Mateo. Porque justamente ese día, hace sesenta años, descubrió la vocación al sacerdocio. En la primera parte del encuentro —introducido por el Veni creator Spiritus y por un pasaje del Evangelio de Juan—, el Papa habló sobre todo de la buena fatiga del sacerdote por la misión en medio del pueblo. Ser sacerdote, aseguró, significa trabajar mucho, porque la gente tiene hoy más que nunca tantas exigencias. Y la sensación de la fatiga, añadió, comprende para el sacerdote también interrogantes fuertes sobre sí mismo, sobre la bondad de la propia vocación y sobre las renuncias que ella comporta, la primera de todas a la paternidad biológica. Pero es una fatiga que el sacerdote vive y supera con todo su ser. Entre los diversos ejemplos bíblicos a los que se refirió, el Obispo de Roma indicó sobre todo a María, quien, como decía Juan Pablo II, tenía una «peculiar fatiga en el corazón». Por lo demás, la oración y la cercanía a los demás, empezando por el propio obispo, son para el sacerdote un antídoto eficaz en los momentos de mayor fatiga.

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