Convocado en el Vaticano un consistorio extraordinario sobre la reforma de la Curia romana
La cita era a las 9, pero ya media hora antes el Papa Francisco estaba en el aula del Sínodo. De pie, delante de la mesa de la presidencia, dispuesto a acoger a los cardenales convocados para el consistorio extraordinario del jueves 12 y el viernes 13 de febrero para debatir sobre la reforma de la Curia romana, en vísperas de la creación de veinte nuevos purpurados. El Papa Francisco los saludó a todos, uno por uno, intercambiando con ellos alguna palabra.
«Bienvenidos a esta comunión que se expresa en la colegialidad» dijo en sus palabras iniciales: y esa cordial y no formal acogida era ya la expresión concreta de la intención de valorizar plenamente la participación personal y colegial.
Juntos, los 165 cardenales cantaron el Veni creator, invocando la asistencia del Espíritu Santo para alcanzar lo que el Pontífice definió «una meta no fácil» que «requiere tiempo, determinación y colaboración». La reforma —deseo de las congregaciones generales antes del cónclave y que llevará a la redacción de una nueva constitución apostólica— «no es un fin en sí misma» dijo el Papa, sino que quiere dar siempre una mayor «colaboración y transparencia» en la Curia «para dar fuerza al testimonio cristiano, para favorecer una más eficaz evangelización; para promover un más fecundo espíritu ecuménico; para alentar a un diálogo más constructivo con todos».«Bienvenidos a esta comunión que se expresa en la colegialidad» dijo en sus palabras iniciales: y esa cordial y no formal acogida era ya la expresión concreta de la intención de valorizar plenamente la participación personal y colegial.
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