12 de julio, 2013 - Número 28
El Papa Francisco encuentra en Lampedusa a los inmigrantes y pide perdón a Dios por la «globalización de la indiferencia»
Acostumbrarse al sufrimiento del otro es lo que alimenta la globalización de la indiferencia y aumenta las filas de los «responsables anónimos y sin rostro». Son palabras del Papa Francisco, el lunes 8 de julio, durante su viaje a Lampedusa, en el extremo sur de Europa, dirigiéndose al mundo ante la realidad de quienes se ven obligados a abandonar la propia tierra en busca de un lugar donde vivir en paz y con dignidad. Desde el altar, durante la celebración eucarística, relanzó su grito: «Han pasado por las manos de los traficantes...
¡Cuánto han sufrido! Y algunos no han conseguido llegar». El Papa explicó por qué el primer viaje de su pontificado fue precisamente por ellos, por las víctimas de una violencia inaudita, y expresó especial gratitud a los habitantes de Lampedusa y Linosa, a las asociaciones, a los voluntarios y a las fuerzas de seguridad, a quienes se dirigió diciéndoles: «¡Son una pequeña realidad, pero dan un ejemplo de solidaridad!
¡Gracias!».
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